"Nunca olvido una cara, pero en su caso haré una excepción".
Groucho Marx
* * * * *
En cualquier caso, después de la vida vegetal, vino la vida animal, el seguro de vida y finalmente el agente de seguros que nos telefonea que ha vencido nuestra póliza y que hemos de pagar inmediatamente, si no queremos que quede sin efecto.
Y ahora dejaremos ya la Edad Ostreolítica, lo que a nadie alegrará más que a mí.
Transcurrieron cincuenta y dos mil años… un breve instante en la insondable eternidad. ¡Eternidad! El concepto del infinito es de difícil comprensión para nuestras mentes, pero creo que yo puedo explicarlo. Tomemos, por ejemplo, la distancia existente entre el sol y la tierra. O, mejor aún, tomemos un número, del uno al diez. Doblémoslo. Añadamos doce. Restemos el número inicial. ¿A que el total es nueve? ¡Claro que sí!
Ahora, si multiplicamos esos nueve por millones de años-luz, nos formaremos una idea de la importancia que llegó a alcanzar el amor para el velludo bruto (Homo Carvus) que se sentaba sobre un pedrusco mohoso a la puerta de su cueva, a meditar sobre los encantos de su evolucionada civilización.
En este estadio, el hombre poseía ya brazos, piernas, columna vertebral y ojos. Su mentón había retrocedido, pero apenas se notaba a causa de la barba que cubría casi todo su rostro. De todas formas, demostraba aptitudes suficientes para ingresar en el casino de la localidad. (El casino aún no había sido concebido, pero contaba ya con miembros que se sentaban a fisgar desde sus ventanas; sin duda esperando a que el edificio creciera a su alrededor).
A pesar de la barba el primitivo hombre de las cavernas tenía una mentalidad infantil y, si se diferenciaba un sexo de otro, era más por instinto que por razón. Distinguía a un hombre de una mujer pero no sabía por qué. Esta natural ignorancia proporcionó muchos disgustos al Homo Carvus, hasta que uno de su género, más astuto que sus contemporáneos, realizó un descubrimiento. Observando todo el día desde la entrada de su cueva y viendo pasar gente arriba y abajo, se sintió súbitamente iluminado. Las personas que llevaban faldas eran mujeres y las que llevaban pantalones eran hombres, con excepción de los escoceses.
A partir de aquel momento, la vida se simplificó notablemente. El hombre de la caverna dejó de andar sobre sus cuatro extremidades, porque el genio antes mencionado descubrió también que andando sólo con los pies, se necesitaba un par de zapatos en lugar de dos. Así, aquel portento de su era inventó también la economía, ciencia lógica y necesaria en aquellos lejanos tiempos, lo mismo que hoy en día.
Groucho Marx(Memorias de un amante sarnoso)
* * * * *
¿Tienes un mal día? ¿Hundido en problemas cotidianos? ¿Hastiado de tanta monotonía? Prueba el momento "Kit-Kat" que nos brinda esta divertida comedia por uno de los actores cómicos más conocidos del blanco y negro.
Nadie como Groucho para levantarnos el ánimo. En esta breve novela nos desvela todos sus secretos de Don Juan frustrado sin pelos en la lengua. A través primero de un recorrido por la historia universal del amor y a continuación por una serie de anécdotas personales que versan sobre el tema del flirteo, nos invita una "profunda" reflexión sobre el tratamiento sentimental que compartimos los seres humanos. Aunque, desgraciadamente, no revele la receta definitiva para el éxito en dicho campo, si nos brinda una gran cantidad de oportunidades de partirse de risa. Ya trate de la vida de la farándula, de las fiestas de postín, o de algunas cuestiones capitales de la visión "marxista" de la vida, nada escapa a su mordaz incontinencia verbal.
Después de casi un siglo, el humor de los Hermanos Marx sigue siendo un punto de referencia para todo cómico de lo absurdo que se precie. Si bien es cierto pierde la gracia que le añaden sus inigualables interpretaciones, la novela no desmerece en absoluto a su propio autor. No se trata de una comedia indispensable en el haber bibliográfico de cada uno, pero si es recomendable para leer a modo de "descanso" entre novelas más extensas y/o trascendentes o incluso como remedio a la "pasión de ánimo" (termino acuñado por mi tía abuela para describir un estado o episodio de malestar psicológico y tal vez físico con síntomas como la apatía, la desgana, el desánimo o la depresión leve debidos a la vida loca que llevamos hoy en día).
Lo dicho, que os lo leáis si encontráis el momento. Carcajada asegurada.