16 de septiembre de 2009

El misterio de Harriet

—En resumen: yo no tenía hijos, un llamativo contraste con los demás hermanos y miembros de la familia, que parecían obsesionados con la estúpida necesidad de procrear y perpetuar la saga. Gottfried e Isabella se mudaron aquí, pero el matrimonio estaba ya en las últimas. Al cabo de un año, Gottfried se trasladó a su cabaña. Pasaba allí largas temporadas completamente solo y cuando hacía demasiado frío se iba a vivir con Isabella. Yo me encargué de Martin y Harriet; de modo que se convirtieron, en muchos sentidos, en los hijos que nunca tuve.

»Martin era... A decir verdad hubo una época en su juventud durante la cual temí que siguiera los pasos de su padre. Era débil, introvertido y meditabundo, pero también podía ser encantador y entusiasta. Tuvo una adolescencia difícil, pero se enderezó al empezar la universidad. Es... bueno, a pesar de todo es el director ejecutivo de lo que queda del Grupo Vanger, así que tampoco le ha ido tan mal.

—¿Y Harriet? —preguntó Mikael.

—Harriet se convirtió en la niña de mis ojos. Intenté darle seguridad y que aumentara la confianza en sí misma, y nos llevábamos muy bien. La veía como mi propia hija y llegamos a tener una relación más estrecha que la que mantenía con sus propios padres. ¿Sabes?, Harriet era muy especial; introvertida, como su hermano, y fascinada por la religión durante su adolescencia, a diferencia de todos los demás miembros de la familia. Poseía un gran talento y era muy inteligente. No sólo tenía moral, sino también firmeza de carácter. Al cumplir catorce o quince años, yo ya estaba completamente convencido de que ella, en comparación con su hermano y todos los mediocres primos y sobrinos de mi familia, era la persona destinada a dirigir las empresas Vanger o, por lo menos, a desempeñar en ellas un importante papel.

—¿Y qué pasó?

—Ya hemos llegado a la verdadera razón por la que te quiero contratar. Quiero que averigües qué miembro de mi familia asesinó a Harriet Vanger y, desde entonces, se ha dedicado durante casi cuarenta años a intentar volverme loco.

Stieg Larsson (Los hombres que no amaban a las mujeres)

* * * * *

Mikael Blomkvist es periodista y socio de una floreciente revista de investigación. Tras verse envuelto en un turbio asunto que resulta en una condena por difamar al magnate y empresario Wennerström, se ve obligado a abandonar durante un tiempo la redacción a la espera de que las aguas vuelvan a su curso.

Al inicio de su retiro recibe una llamada de Henrik Vanger, el anciano ex-director de Empresas Vanger, una de las más importantes de Suecia ahora en decadencia debido, en parte, a las disputas entre los miembros de la junta directiva, todos ellos de la familia. Henrik persuade a Mikael para que en su año "sabático" dedique su tiempo a redactar una biografía de los Vanger que le servirá de tapadera para el que será el verdadero encargo de Henrik: descubrir quién de la familia asesinó a su sobrina y protegida Harriet en 1966.


Durante la investigación, que se tornará cada vez más oscura y dramática, Mikael necesitará ayuda, la cual vendrá de la mano de la investigadora privada que le proporcionó, previo encargo, un informe detallado sobre las actividades del propio Mikael a Henrik Vanger. Ella es una chica diferente con un fuerte carácter y un montón de secretos, se llama Lisbeth Salander.


Esta novela tan sonada cayó en mis manos este verano y la comencé a leer no sin ciertas reticencias. Es lo que tienen los bestsellers, y este libro, junto con los otros dos volúmenes de la trilogía (iban a ser más, pero desafortunadamente su autor, Stieg Larsson, no ha vivido para escribirlos), sin duda son el boom del momento.

El inicio de Los hombres que no amaban a las mujeres es un poco técnico y las primeras páginas no crean el ambiente idóneo para enganchar al lector, pero una vez empieza la trama en sí, la historia te absorbe. No es alta literatura, no es la mejor novela de intriga del siglo como muchos afirman (la "fiebre del bestseller"), pero sin duda es muy entretenida y contiene pasajes de acción trepidante. El autor escribe de una manera clara y sencilla, sus descripciones no frenan el ritmo de la trama y el hilo argumental tiene todos los cabos atados. Aunque la novela es autocontenida el autor deja un par de pinceladas que preparan la segunda parte y que te dejan con las ganas de conocer mejor a sus personajes, en concreto a la enigmática Lisbeth.

Quizá el punto más débil, junto con el principio, sea el final. Es, para algunos más que para otros, sorprendente, pero eché de menos que la tensión se mantuviera durante unas páginas más en lugar de resolverse tan brevemente.

2 comentarios:

cronopio dijo...

bah, yo es que, si está traducido... ¡¡ahí ha faltado valor!!

cronopio dijo...

nota: broma